¿Empleados chantajistas o empresas hipócritas?
La última moda en RRHH era quejarse de la llamada Generación Y. Hablamos de los jóvenes que se incorporan actualmente al mundo laboral. Les disgusta el que no respondan a sus estímulos tradicionales: el sueldo, la carrera profesional, el compromiso con la empresa,...vamos, la realización de la persona como fruto de su éxito laboral. Les parecen flojos. Quizás ello se deba a que es una generación que ha crecido en un marco de pleno empleo, de fuerte crecimiento económico y con unas expectativas muy altas. Los chicos de RRHH deberían leer a Maslow.
En muchas de los puntos que critican a la Generación Y puedo coincidir, pero cuando le reportajes como el de El Economista sólo puedo pensar en que son unos incapaces de primera. Incapaces de gestionar si no es desde la obediencia y la sumisión absoluta. Titulan: "La otra cara del talento: Cuando el empleo chantajea a la empresa". Casi me echo a llorar.
O sea que, cuando los empleados estrella, aquello que aportan buena parte del negocio, y por ende del dinero del que viven departamentos parásitos (en el mejor sentido de la palabra) como el de Recursos Humanos, se atreven a pedir un aumento de sueldo, unas mejores condiciones laborales, una promoción profesional, etc
se convierten en chantajistas, mercenarios, etc
sobre todo por que saben que pueden irse a la competencia, lo cual les debe parecer también falto de ética. Alucinante.
O sea , que desde esos departamentos se pregona sistemáticamente con la permanente adaptación del trabajador al mercado cambiante, con los constantes ajustes en su estructura salarial para ser más competitivos, con lo estrecho que resulta el convenio laboral, con el tema de que la empresa no puede garantizar un puesto de trabajao para toda la vida, con la prejubilación forzosa de gente comprometida con la empresa pero que ya no les vale, y bla bla bla y todos esos mensajes no valen para la empresa. Y encima los gurús de las escuelas de negocio y de las consultoras les dan la razón.
Pues me temo que en este punto lo llevan crudo. Vayan acostumbrándose las empresas, a que en este mercado hipercompetitivo van a tener que mimar al empleado capaz. Pero mimarlo de verdad. Y llamarle mercenario no creo que sea un buen comienzo. Ya es hora de que a los departamentos de RRHH les pongan objetivos de fidelización de los empleados. Y que su retribución sea variable en dicho sentido. Y que respondan con su culo cuando no lo cumplan.
En el fondo lo que ocurre es que les molesta trabajar con profesionales. Profesionales, que como las empresas, venden sus servicios al mejor postor, a aquel que les retribuye mejor, cuantitativa y cualitativamente. Muchos de los responsables de Recursos Humanos de las Empresas no han dejado de ser los típicos capataces de peones del XIX.
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Rodrigo González Fernández
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