Nervios de acero: La inteligencia emocional y el éxito laboral
Nervios de acero: La inteligencia
Nuestro currículum vitæ está convenientemente escrito y presentado. Amén de ello, y gracias además a nuestro "aparato logístico", la entrevista de trabajo ya ha sido concertada. Toca, entonces, prepararse a nivel emocional para encararla.
En análogas circunstancias, nuestras reacciones emotivas son susceptibles de jugarnos más de una mala pasada. Por ello, es recomendable conocer sus causas y efectos, y aprender a manejarlas. La manera más efectiva de hacerlo es a través de la inteligencia emocional.
Aquella es la habilidad de poder identificar nuestras emociones, y las ajenas, para utilizarlas racionalmente. Mediante su uso, podemos sondear ese mundo de las emociones que esconde nuestro mayor potencial a explotar como seres humanos.
En opinión de José Antonio Espinoza, gerente general de Seminarium Humanum Capital, la inteligencia emocional tiene tanta importancia o más que la inteligencia cognitiva. El sustento científico de los estudios sobre el tema apoya esta afirmación -basado en una casuística de personas calificadas por debajo del estándar aceptable de coeficiente intelectual que, a pesar de ello, han logrado ser exitosas.
Si antes, las capacidades se juzgaban en función del coeficiente intelectual del individuo, ahora las empresas están empezando a otorgar mucho más peso al coeficiente emocional. Conscientes de que no pocas veces las personas con muchos conocimientos y títulos son emocionalmente bastante endebles, o no se saben llevar bien con sus compañeros de trabajo; las compañías han comenzado a valorar esta aptitud en los aspirantes a empleados. De este modo, la inserción de la inteligencia emocional entre el grupo de habilidades evaluadas para un puesto laboral, representa un paso cualitativamente gigantesco en las esferas de la comprensión de la conducta humana, al arrojar resultados de aplicabilidad óptimos, operativos y tangibles.
Actualmente la inteligencia emocional está muy bien considerada debido a los descubrimientos científicos en el campo, pero también al hecho de que, después de todo, son las emociones las que nos mueven. En las relaciones personales, es la inteligencia emocional la que entra en juego. Para el éxito laboral, su influencia es del 75%.
La inteligencia emocional se puede desarrollar a cualquier edad. Sólo es cuestión de querer hacerlo. Los resultados llegan por sí solos: autocontrol, confianza en uno mismo, firmeza de carácter -cualidades todas bien vistas por los entrevistadores.
Aunque existen profundas diferencias de formación emotiva o sentimental entre el hombre y la mujer, esencialmente la inteligencia emocional se adquiere después de cuatro pasos fundamentales:
1) Identificar nuestras emociones, sus orígenes y sus consecuencias (nivel intrapersonal).
2) Controlar nuestras emociones.
3) Identificar las emociones de las demás personas, más allá de lo que éstas dicen (nivel interpersonal).
4) Influenciar racional y positivamente las emociones.
Lo que decimos en una entrevista es el 10% del mensaje que el entrevistador va a recibir. La forma en que transmitimos el mensaje es el 40%. Y los gestos corporales representan el 50% del total. De ahí la importancia de saberse manejar con solvencia en este apartado.
Gracias a las herramientas que proporciona la inteligencia emocional, el individuo puede llegar a convertirse en un ente pensante indemne al aluvión de eventuales sucesos que podrían afectarlo. Una persona emocionalmente inteligente es un ser libre, estimulado por la creatividad desarrollada en el mundo social, afectivo y laboral.
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Rodrigo González Fernández
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